Bailaba y bailaba sin cesar y aunque mi mano derecha estrechaba otra y mi mano izquiera se apoyaba en el hombro de un ágil bailarín era como si estuviera bailando sola. Para matar el aburrimiento y salvar las apariencias nos lucíamos una y otra vez con nuestros movimientos. Aún así no podía superar mi tedio y mi tristeza. Durante una pieza suave apoyé mi mejilla en el hombro de mi compañero para poder observar a los otros bailarines sumergidos en risas, felicidad, sueños, anhelos que yo ya no tengo y sentí como mis ojos cambiaban a verdes.
Entre la multitud de bailarines pude observar a un antiguo compañero de baile. Su compañera era torpe, falta de gracia, necesitaba recordarle cada paso, de todas maneras él no podía ser mas feliz al poder llevarla por el salón. Por un instante recordé la época en la que los bailes eran nuestros, a pesar de que mis pies siempre terminaban lastimados por sus pisotones, lo recordaba como un maravilloso y tierno bailarín.
A medida que nos ibamos congregando los conocidos empezamos a bailar entre nosotros. Después de varias piezas, mi próximo compañero fue él. Yo era reconocida como una talentosa bailarina, compartir un baile conmigo era un privilegio exquisito. Él era un bailarín decente, pero ese día bailó como nunca. Todo el salón volteaba para poder contemplar nuestros giros y piruetas. Pude escuchar que comentaban que parecía que estabamos flotando sobre la pista, deslizandonos delicadamente, y por un segundo recordé la felicidad de bailar con él al sentir su firme mano en mi cintura empujandome y llevandome a través de la música.
No pasó mucho tiempo para que su compañera se percatara no solo de lo que sucedía, sino de lo que había ocurrido en el pasado. Los celos se apoderaron de ella y sintió deseos de interrumpir nuestro baile pese al escándalo que esto generaría. Afortunadamente recordó que sin importar su torpeza él la prefería de compañera frente a cualquier otra. Esto la tranquilizó y esperó a que terminara la música para interrumpirnos. Nos presentaron y en la primer oportunidad nos preguntó -"esta no es la primera vez que bailan juntos, no es así?"-. Él le respondió que no, sin dar mas explicaciones y seguimos conversando hasta que cada uno tomó su pareja y comenzó nuevamente la música.
Llegado el fin de la noche, luego de bailar sin cesar, con los músculos adoloridos, mi compañero y yo comenzamos a retirarnos del salón para poder descansar de una maravillosa noche. Mientras bajo las escaleras que conducen a la salida alguien me toma de la mano. Es mi antiguo compañero. -"Prometeme que en el próxima vez volveremos a bailar juntos" - me dice mientras su compañera me mira y me sonríe-. -"Te lo prometo" - le respondo - y me retiro del salón.
Después de esto... me desperté.