El camino siempre parece sencillo, invitante, lleno de flores y cosas bellas. Un dulce aroma me seduce y me impide volver atrás. Tengo que seguir, acá encontraré lo que busco, lo que deseo, anhelo… aquello que me desespera. La emoción es incontrolable, adictiva, mi corazón golpea tan fuerte que temo que se salga de mi pecho. Amo esa sensación mezcla de felicidad y miedo. O quizá, sentir miedo me hace feliz.
Sigo caminando y me encuentro con un atajo, otro camino, parece más corto, puedo ver en donde termina (o en qué termina). Es más fácil, seguro, previsible, pero aburrido. No me interesa. Yo necesito incertidumbre, el posible rechazo, un desafío. Probarme mi valor. ¿Lo tengo? Lo dudo. Pero mi voluntad es más fuerte, y sigo mi camino.
El viaje es duro, el calor sofocante me invita a parar, pero se que debo seguir. Malditas alpargatas inútiles. El piso de piedra las ha destrozado y ya puedo sentir las afiladas puntas de las piedrecillas cortando mis dedos y mis talones. Pero debo seguir. La recompensa! sé que la recompensa será satisfactoria. Mentira. Pero la emoción del viaje me hace olvidar ciertas cosas.
Ya ha pasado mucho tiempo desde que mis pies comenzaron a dejar un rastro de sangre. Pero no siento dolor, mi cuerpo se ha cerrado a las sensaciones. Solo percibo la emoción en mi corazón, su inquietante palpitar, esa sensación que me empuja a seguir a pesar de saber que me estoy deshaciendo. Ya no hay lugar a la lógica, solo hago, sólo sigo, sólo busco el final del camino.
Ya no falta mucho. El perfume es más intenso. Sé que estoy por llegar. Las flores son cada vez más abundantes y más hermosas. Recuerdo todo esto, pero no recuerdo que sigue. Vuelve a mi mente la sensación de alivio, es como si mi cuerpo flotara, no siento los pasos, no siento mis heridas… sólo el alivio de saber que estoy por llegar.
Ahora si puedo verlo, mi meta, mi recompensa. Los recuerdos vuelven a mi, frustración, ira, decepción. No hay nada. ¿Cómo pude olvidarlo? Nunca hay nada. Siempre un camino que termina abruptamente en un muro. Tanto esfuerzo, y nada. Pero… tampoco es tan así… esta esa sensación… ese cosquilleo en mi pecho. La adrenalina que me produce la búsqueda de lo desconocido.
Entonces todo vuelve a empezar. Trepo el muro con relativa dificultad y veo que más adelante hay otro camino. Me parece sencillo, invitante, lleno de flores y cosas bellas. En mi cabeza surge un pensamiento “esta vez voy a encontrar lo que busco”. Y así empieza otra vez lo mismo.
Hace 2 días